miércoles, 20 de junio de 2012

¿Truco o trato?

"El lenguaje político está diseñado
para que las mentiras parezcan verdades,
el asesinato una acción noble
y el viento algo consistente"
(Eric Arthur Blair, 1945)

"En esta época de desasosiego y pobreza,
apostar por decir la verdad es el acto revolucionario
y querer ver lo que tenemos delante de los ojos
requiere de un esfuerzo de honestidad constante."
(Félix Rodrigo Mora, 2012)




Todas las sociedades, orientales u occidentales, saben que el único modo de poder sobrevivir es tener a sus respectivas poblaciones engañadas mediante un hábil truco: la hipnosis social[1]. A través de estructuras que se amparan en criterios arbitrarios de reparto de poder, pero se sustentan bajo el subterfugio de tan grandes como ficticios principios “éticos”, mantienen el orden, esto es, perpetúan cómodamente y a conveniencia los distintos sistemas de dominación.

La gran habilidad de las escuelas esotéricas siempre ha consistido en desvelar el “truco social” a ciertos sujetos y que estos mantuvieran –a cambio- el juego, como si nada hubiera ocurrido. Esto es, crear una legión de grandes sujetos éticos (ordenados) sin la necesidad de sostener ningún tipo de infierno, purgatorio, institución penitenciaria o subterfugio kármico: esos son los verdaderos "maestros a sueldo”.


Como señaló George Orwell[2], todos los sistemas necesitan de enemigos (amigos) que les ayuden a “recortar” el pastel poblacional cuando este adquiere un tamaño un tanto desmesurado: la guerra entonces, está servida a conveniencia de ambas partes, que alimentarán odios y miedos ancestrales al “enemigo” (amigo) para con ello ir tirando unas décadas más.


¿Pero quién está detrás de toda esta macro-operación? Existe alguna entidad pre-hipnotizadora escondida tras el hipnotizador social de cada macro-territorio, que perversamente disfruta de la “Alianza de Civilizaciones para mantener esas Guerras Periódicas mutuamente rentables” para ambas partes. ¿Quién se halla tras esta suerte de macro-timo cósmico?


Ha llegado la hora de disipar la niebla. Ese el objetivo que persigue esta obra. Desenmascarar al artífice de la upâya[3], de la estrategia general que mueve el mundo desde dentro de nosotros mismos, que dirige el guión de pastores, lobos y ovejas, que mantiene el artificio y el engaño, generación tras generación. Quién más se divierte con todo esto. Vamos a ponerle un nombre, aunque sea provisional. Vamos a referirnos a “ello”, ya que no es humano, aunque sí inteligente, con una etiqueta cortés, protocolaria, que lo traiga a la luz y lo otorgue existencia: “el huésped”.




[1] El término pertenece a Allan Watts, El Gran Juego, Kairós, 1993


[2] Pseudónimo del periodista Eric Arthur Blair, que escribió 1984 (en 1949) y Rebelión en la Granja (cuatro años antes).


[3] Término sánscrito que significa “treta”, “medio hábil” para conseguir un fin… como el “trick o treat” de Halloween para hacerse con un gran botín de dulces y golosinas.

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